El verano se suele relacionar en España con el momento en que la población hace uso de la mayor parte de sus vacaciones. Los pacientes con esclerosis múltiple (EM) también se van de vacaciones, pero hay algunos puntos que deben tener en cuenta para que todo vaya bien.
En primer lugar, el portador de EM sabe que el período vacacional no significa hacer también vacaciones de la medicación que utiliza, ya que el beneficio de ésta se obtiene de su utilización continuada y constante. Así pues, el paciente debe llevar consigo el tratamiento en sus desplazamientos.
Ello supone dos cosas: por un lado, debe llevar suficiente cantidad de medicación para todo el periodo que vaya a estar fuera. La medicación sólo se le va a dispensar en su hospital de referencia por lo que no puede pedirla en un hospital diferente del suyo. Por ello, debe calcular que no se quedará sin medicación durante las vacaciones. Por otro lado, el paciente debe informar a las autoridades de seguridad de aeropuertos, estaciones de tren, etc; que debe viajar con la medicación. La medicación, en ocasiones, ha de ser transportada en frío y contiene jeringas para su administración, por lo que suele precisar de un “pasaporte”. Dicho pasaporte no es más que un documento escrito donde el neurólogo describe la necesidad de ese medicamento para el paciente y donde solicita que le sea permitido llevarlo siempre con él para evitar que se estropee. Es de vital importancia que el paciente pida este documento al neurólogo con anterioridad, por ejemplo, a viajes en avión para evitar que las normas de seguridad aérea le impidan viajar con líquidos y jeringas en la cabina.
En segundo lugar, España es un país cálido en verano. Como se ha descrito en otro post de esta serie, el calor y el aumento de temperatura corporal puede producir un empeoramiento de la situación clínica del paciente con EM. Sin embargo, esto no quiere decir que no puede viajar, ni disfrutar de la playa, o dar paseos por la naturaleza o por la ciudad. Nadade eso, pero sí debe evitar las horas centrales del día o la exposición solar directa y continuada si hace calor. Además, el paciente ha de beber bebidas frías de forma periódica, evitar hacer ejercicio importante en esas horas centrales del día y utilizar ropa adecuada. Puede ir a la playa, claro que sí, pero deber utilizar sombrillas y darse baños o duchas frecuentes que refresquen su organismo.
Por último, si el paciente va a viajar fuera de su zona de residencia, también es conveniente que lleve una copia del último informe médico que describa su enfermedad, su estado clínico y los medicamentos que utiliza. Así, si surge alguna complicación médica durante su periodo vacacional y dado que no puede acudir a su equipo médico habitual, podrá ser atendido más rápida y eficazmente en el centro sanitario donde se encuentre desplazado.
Todas estas recomendaciones no son difíciles de cumplir y harán que el periodo vacacional sea un momento de descanso y no de problemas o disgustos innecesarios.
Dr. Ricardo Ginestal López Médico adjunto de NeurologíaFundación Jiménez Díaz (UTE). MadridAgosto 2012
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