La esclerosis múltiple puede afectar a diferentes partes del sistema nervioso. Debido a ello, los síntomas no serán los mismos en todas las personas e irán variando con el tiempo, a medida que la enfermedad vaya evolucionando.
Para conocer y gestionar la esclerosis múltiple, es muy útil llevar un diario de síntomas, donde iremos anotando los síntomas de la esclerosis múltiple que van apareciendo y su intensidad. Según el tratado de Medicina de Harrison y el de Neurología de Calabresi y Newsome, los síntomas que se espera que aparezcan en la esclerosis múltiple son:
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Espasmos y contracciones musculares. En la esclerosis múltiple es común que se produzca espasticidad, es decir, un tono muscular inapropiadamente aumentado, y esta se manifiesta mediante la aparición de contracciones y espasmos musculares involuntarios. La espasticidad es un motivo frecuente de discapacidad.
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Alteraciones visuales. En la esclerosis múltiple a menudo se daña el nervio óptico, que conduce las señales visuales al cerebro para que se puedan percibir las imágenes. También pueden dañarse los nervios que controlan los movimientos oculares. Estas lesiones se manifestarán en forma de alteraciones visuales, que pueden estar presentes desde el comienzo de la enfermedad. Las más frecuentes son visión borrosa, que se recupera habitualmente al cabo de unas semanas, y visión doble causada por una debilidad o falta de coordinación de los músculos que mueven los ojos. En algunos casos muy raros puede aparecer ceguera.
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Fatiga. Es uno de los síntomas más comunes en la esclerosis múltiple (la padece en torno a un 80% de los afectados) e interfiere de forma significativa en la actividad cotidiana y laboral. Se habla de fatiga primaria cuando no se identifica su causa, y de fatiga secundaria cuando se debe a algún motivo, como la falta de sueño, el estrés o el agotamiento físico causado por los problemas de movilidad.
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Trastornos cognitivos. El cerebro alberga el intelecto, las emociones y la personalidad, unos atributos que nos convierten en personas únicas. En la esclerosis múltiple también se pueden afectar las funciones cerebrales y aparecer diversas alteraciones cognitivas. Las más frecuentes son las alteraciones de la memoria. También pueden aparecer cambios en la capacidad de razonamiento abstracto y de solucionar problemas, una menor fluidez verbal (los afectados de esclerosis múltiple refieren a menudo que las palabras se les quedan “en la punta de la lengua”) y un enlentecimiento de la capacidad de procesar la información.
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Alteraciones intestinales. Pueden aparecer cuando se afectan los mecanismos que hacen avanzar los alimentos a lo largo del tubo digestivo. Una de las alteraciones más comunes es el estreñimiento. También puede aparecer diarrea, cólicos y dolores causados por los gases.
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Problemas urinarios. Reflejan una afectación de las vías nerviosas que regulan el funcionamiento del sistema urinario. Los síntomas más comunes son un deseo urgente de orinar, la necesidad de orinar con frecuencia, la incontinencia urinaria y la sensación de que la vejiga no ha quedado totalmente vacía al ir al baño.
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Alteraciones psicológicas. Los afectados por la esclerosis múltiple pueden experimentar diversas alteraciones emocionales y psicológicas a lo largo de la enfermedad. Las más frecuentes son la labilidad emocional (emociones cambiantes), el humor depresivo y la ansiedad.
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