Es probablemente lo último de lo que quieras hablar, pero cuando la esclerosis múltiple (EM) crea problemas con el sexo, puede ser motivo de mucha infelicidad. La EM puede afectar de varias maneras la percepción que tienes de la intimidad.
Los cambios neurológicos pueden afectar directamente a tus sentimientos sexuales y/o a tu respuesta sexual – aspectos como la disminución de la libido, la alteración de las sensaciones genitales, la disminución de la lubricación vaginal, los problemas para tener una erección y orgasmos menos frecuentes o intensos son ejemplos de los efectos directos que la EM puede tener en la actividad sexual. Por otro lado, pueden existir otros síntomas más generales, los cuales que pueden interferir también en el sexo – puedes sentirte extremadamente cansado, puede que tus músculos estén tensos, débiles o que sufras espasmos, puede que tengas problemas de vejiga e intestinos o que presentes problemas con su coordinación, o puede que sientas entumecimiento o molestias en otras partes del cuerpo de modo que el simple hecho de tocarte le resulte doloroso.
Por último, están los factores emocionales que tienen un impacto sobre la sexualidad – la EM puede alterar tu propia imagen y disminuir la autoestima de modo que te sientas menos sexy o atractivo y puede que te preocupe el hecho de ser rechazado o de sentirte dependiente. La dinámica de cambio dentro de una relación también puede provocar problemas – a veces se pueden confundir los papeles y la persona que está bien puede sentirse más como un cuidador que como un amante o puede eludir el sexo para evitar herir al ser querido.
Es más que comprensible que al principio puedas sentirte incómodo al tener que hablar de detalles íntimos con un profesional sanitario. Pero ellos te pueden explicar en detalle el abanico de opciones de tratamiento disponibles para ayudarte a mantener una vida sexual saludable. El hecho de pensar en los problemas sexuales como otro síntoma de la EM con el que es necesario lidiar te puede ayudar a sacar el tema en tu próxima cita con tu médico. Puede ayudarte a pensar en cómo vas a describir el problema de antemano (en especial, las palabras reales con las que te sientes más cómodo a la hora de hablar de tu zona genital).
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