Por regla general en una visita médica el tiempo está limitado; así que es aconsejable plantear cada consulta con la idea de aprovechar bien el tiempo disponible.
Actualmente ser un paciente no se entiende como un rol pasivo. De hecho, cuanto más proactivos somos en lo relativo a nuestra salud, mejor es la comunicación con el equipo médico. Ellos reciben toda la información que necesitan para tratar nuestro caso y nosotros comprendemos mejor el diagnóstico y las decisiones terapéuticas para implementarlas en nuestra rutina.
¿Cómo hacerlo adecuadamente?
Con dos ideas sencillas: llevar un registro y solicitar la información necesaria en la consulta.
Un ejemplo sencillo de registro es anotar en un calendario o una agenda los niveles de energía a lo largo de las semanas para controlar la intensidad y la duración de la fatiga. También es relevante llevar anotados los medicamentos que se están tomando, ya sean las medicinas prescritas, los medicamentos que no requieren receta o los suplementos alimenticios (vitaminas y minerales).
Del mismo modo, es importante apuntar si se ha olvidado de tomar algún medicamento o bien si se ha decidido abandonarlo porque no nos sentaba bien (algunos efectos secundarios pueden contrarrestarse con otros fármacos, por lo que se pueden buscar alternativas).
Lo más aconsejable es hacer un resumen con los datos más relevantes de este registro antes de ir al médico y plantearlo como una lista de temas a tratar en cada visita, teniendo en cuenta nuestras prioridades –aquello que más nos preocupa–. Este extracto propicia una conversación neurólogo-paciente mucho más efectiva: ayuda al paciente a no olvidarse de exponer su estado y también ayuda al médico a realizar un correcto seguimiento de la sintomatología.
Si existen dificultades para comunicarse o problemas de memoria, es aconsejable ir acompañados a la consulta para facilitar la entrevista. De hecho, siempre puede ser positivo contar con otro par de oídos que nos ayude a recordar e interpretar la información o que pueda tomar notas.
Es importante ser honesto siempre, pero todavía más cuando se trata de explicar temas embarazosos o de reconocer malos hábitos que nos cuesta abandonar. La única manera de que el equipo médico pueda aconsejarnos es si explicamos abiertamente los problemas.
En cuanto a las preguntas a plantear, la máxima es simple: ¡resolver todas las dudas! Debemos entender cuáles son nuestras opciones y los pros y contras de cada una de ellas. Si la información es muy compleja o simplemente es demasiada, podemos tratar de reproducirla con nuestras propias palabras para que el médico pueda confirmarnos que lo hemos entendido bien.
Se trata de establecer una relación fluida en la que sentirnos cómodos con el equipo que gestiona nuestra salud, pero también de sentirnos una parte integrante de ese equipo.
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