Desamparo. Incertidumbre. Soledad. Si te han diagnosticado de esclerosis múltiple es probable que estas palabras te sean familiares. La sensación de estar en una balsa flotando a la deriva sin nada más que agua alrededor es terrible. Sin embargo, si te fijas bien, hay muchas islas que salen del mar, a las que puedes agarrarte y que te ayudarán a seguir navegando, siempre hacia delante: son los profesionales de la salud. Hoy te hablamos del farmacéutico.
Dificultades relacionadas con la medicación en las personas con esclerosis múltiple
Los avances de las últimas décadas en el tratamiento de la esclerosis múltiple han cambiado la evolución de la enfermedad. Han aparecido fármacos que, si bien no la curan (de momento), retrasan mucho su avance, previenen los brotes y mejoran la calidad de vida. Eso, por supuesto, si se cumple con el tratamiento correctamente.
A pesar de todos los beneficios del tratamiento actual de la esclerosis múltiple, muchas personas no lo siguen como deben. Según Munsell, las cifras de quienes cumplen con su tratamiento varían entre un 28 % y un 88 %, en función de los estudios. Bastante poco, ¿no?
Las causas del mal cumplimiento son diversas: olvido de la medicación, miedo a las inyecciones, creencia de que el medicamento ha dejado de ser efectivo, aparición de efectos adversos, depresión y cansancio ante el tratamiento crónico, entre otras. El farmacéutico tiene un papel clave para ayudarte a cumplir con el tratamiento y, por tanto, a controlar la enfermedad.
Lo que el farmacéutico del hospital puede hacer por ti
Muchos de los fármacos para tratar la esclerosis múltiple se dispensan en la farmacia del hospital. Es cierto que quien los prescribe es el neurólogo, pero debe aprobarlos el farmacéutico. Este no se limita a firmar lo que el neurólogo receta, sino que sus funciones van mucho más allá:
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Revisa si ese fármaco es el más adecuado para ti, en función de tus características (edad, otras enfermedades que tengas...) y las del tipo de esclerosis que padeces;
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Comprueba que la dosis es la correcta;
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Se cerciora de que el fármaco es compatible con los otros medicamentos que tomas.
Además de velar por todo esto, el farmacéutico puede ayudarte a resolver todas las dudas que tengas sobre los fármacos:
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¿Cómo se toma?
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¿Cómo hay que conservarlo?
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Ese efecto tan raro que siento, ¿será por el fármaco?
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El fármaco me sienta mal: ¿qué puedo hacer para que me siente mejor?
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Me duele la cabeza: ¿los analgésicos son compatibles con el tratamiento de la esclerosis?
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¡Se me ha olvidado tomarlo hoy! ¿Tomo una dosis doble?
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Me han mandado un nuevo medicamento: ¿qué beneficios puedo esperar exactamente? ¿Y qué efectos negativos?
El farmacéutico es quien más sabe de medicamentos. Pregúntale todo lo que necesites.
Lo que el farmacéutico de tu barrio puede hacer por ti
El farmacéutico de la farmacia de tu comunidad también puede resolver las dudas que tengas, incluida la forma de usar un inyectable o si una pastilla la tienes que tomar antes o después de comer. Además, puede echarte una mano en organizar toda tu medicación (por ejemplo, con pastilleros), para que no se te olvide tomarla.
En cuanto a los productos de parafarmacia, el farmacéutico es la persona capacitada para recomendarte la mejor crema hidratante, el protector solar adecuado para tu tipo de piel o los absorbentes (pañales) más discretos y que menos irritaciones producen.
Por otro lado, también puede ayudarte a vigilar tu salud en general. Por ejemplo, en la farmacia puedes controlar de forma periódica la tensión arterial, el peso y el azúcar en la sangre, o bien hacerte pruebas puntuales, como el test rápido de VIH o una prueba de embarazo. El farmacéutico te orientará sobre conductas saludables, te recordará que te pongas la vacuna de la gripe cuando corresponda…
En definitiva, el farmacéutico es otro de los profesionales a tu servicio. ¡Aprovéchalo!
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